Clube de Adictos a Deep Purple

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Púrpura Chess

This blog is basically a musical site. Here we talk about the music we like, using different angles. As dear and missed Jon Lord once said: “Music is the highest kind of Art that exists”. I think the same way too.

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viernes, 23 de junio de 2023

Para qué usa la gente la música. X.

El verano nos saluda de nuevo, con su festiva presencia y su calor insoportable vuelve una vez más como las olas del mar mientras nos prepara para todas esas cosas que tanto disfrutamos algunos de nosotros y que tan propias son del periodo estival. Imposible rivalizar con un atardecer de cualquier día del mes de Julio, sentado en el chiringuito playero más destartalado y con menos humanos de esos megaguays agobiando con sus banales estupideces, contemplando la playa ya casi vacía mientras dejas que tu vista se pierda en la inmensidad del océano, degustando tu bebida favorita y con la compañía adecuada. La felicidad no deja de ser una pequeña sucesión de delicados momentos como ese.

Y por supuesto aquí estamos de nuevo en estas páginas virtuales, fieles a lo que ya se ha convertido en una especie de cita ineludible con todos vosotros cuando la Naturaleza decide que el verano reine en su ciclo vital. Una vez más. No sabemos hasta cuando disfrutaremos de esto antes de que la especie humana, en su infinita estupidez, se lo cargue todo... o la propia Naturaleza se canse definitivamente de nosotros y nos de la merecida lección que nos estamos ganando a pulso.

El caso es que volvemos un año más con nuestras ridículas clasificaciones musicales, más propias de amantes descerebrados del asunto musical que de personas adultas y serias. La Música con mayúscula y la pasión irremediable que provoca en algunos de nosotros protagonizan este intento de juntar letras con un mínimo de sentido. En esta ocasión nos vamos a centrar en algo tan obvio a primera vista como es la consideración de los usos que el ser humano le da a ese pequeño y loco invento llamado música. Ya abordamos este tema desde la perspectiva de la pandemia que sufrimos todos con el Covid 19, que pese a todo debemos reconocer que dio un juego que te cagas y que cualquiera puede volver a leer aquí. Sin embargo, ahora nos vamos a referir a sus usos en general. Uno no tiene más que pensarlo durante unos segundos para darse cuenta de que son mucho más amplios de lo que se podría considerar a simple vista.

Casi sin pensarlo mucho hemos recopilado unos veinte usos que van desde lo más obvio hasta lo solo planteable por mentes que ya no tienen arreglo posible. Por supuesto, muchos de los sospechosos habituales vuelven a aparecer por aquí; es inevitable y propio de nuestra condición humana. Iremos desgranando los distintos perfiles con toda la irreverencia de la que seamos capaces de hacer gala y siempre desde un delicioso enfoque subjetivo... lo que supongo irritará todavía más a aquellos que no consigan entender nada de lo que aquí se escriba... aunque lo vayan a leer de todos modos, aspecto que todavía me sorprende más. Volvemos a dejar en el tintero la segunda parte del capítulo "Para qué va la gente a los festivales" que, para mi sorpresa, lleva tiempo siendo demandado. Seguro que para otro verano.

Espero disfruten o disculpen estas letras que no tienen más objeto que hacer pasar un rato entretenido a todo aquel que tenga paciencia, tiempo que perder y que hable nuestro mismo lenguaje cuando nos referimos a la música. 

 


 

-Para inspirarse.

La música es una fuente de inspiración en sí misma, eso no lo pone en duda ni el que asó la manteca. Causa y efecto, protagonista clara del proceso creativo. Una de las formas de arte más elevadas que existe, como dijo en su día el irrepetible maestro Jon Lord; afirmación con la que estamos tan de acuerdo que preside la portada de presentación de este humilde y pasado de moda blog. El tristemente fallecido pianista/teclista/compositor/genio que mostró el camino a seguir para el teclado en el Rock a finales de los sesenta a golpe de Hammond y uno de los músicos más finos y completos que ha poblado este loco mundo no pudo ser más certero con su afirmación. Un músico que era capaz de escribir en su cabeza nota por nota todo lo que entraba por su oreja a tiempo real y que ha escrito algunas de las páginas más importantes dentro de la música de los últimos sesenta años.

Pero la música, además de ser fruto de la inspiración, puede ser también fuente de la misma. Hay gente que entra en fase creativa en cuanto comienza a sonar tal o cual canción que le evoca o predispone a ese maravilloso e insondable estado mental. Habrá personas que no entiendan esta afirmación, puede que necesiten silencio para concentrarse o un estado de quietud que les ayude a desarrollar sus asuntos creativos. Y está bien, todo vale si te vale. Pero para todos aquellos que solo concebimos la vida si fluye a través del hilo musical adecuado, tu mente y tu alma se predisponen a abrir sus delicadas e inescrutables puertas cuando se dejan atrapar por esos compases e instrumentaciones tan especiales que nos tocan de esa manera única a cada uno de nosotros.

Jon Lord.
 

-De fondo para hacer cosas.

Inevitable. Por el incomprensible motivo que sea hay gente que no siente nada especial por la música -sí, esos extraños seres existen y pululan entre nosotros-, pero les gusta su presencia de fondo mientras realizan cualesquiera que sean sus quehaceres diarios. Ni siquiera es necesario que conozca lo que suene o le guste, eso es secundario, lo importante es que suene. Imagino que será algo así como un acompañante desconocido, pero que está ahí haciendo bulto. En el apartado extremo tenemos a aquellas personas que, lejos de avergonzarse de ello, te espetan sin rubor alguno que lo que quieren es que haya ruido... ¿ruido? ¿para qué coño puede alguien necesitar ruido? Se me escapa del todo. Puede ser que esta gente le tenga miedo al silencio. Pocas cosas pueden ser más reconfortantes que la inmensidad del silencio, pero esto es marginal.

De cualquier modo no nos pongamos demasiado trascendentes. También en este apartado nos podemos encontrar a gente sin taras mentales y que tan solo gustan de que el hilo musical de turno les acompañe mientras emprenden cualquier empresa por mundana e intrascendente que sea. Incluso hay algunos que realmente sienten pasión por la música que escuchan y se la ponen para limpiar la casa. El problema vendrá cuando estés pasando la fregona por una superficie delicada mientras suena el solo final de guitarra del "I believe in you" incluido en el disco en directo "Open Fire Live" de Y&T. Que sepas que vas a inundar de agua esa zona delicada sin remedio gracias al poder letal de la guitarra de Dave Meniketti.

Dave Meniketti.


-Para ligar.

Desde que el hombre se topó con la música uno de los usos que le ha dado ha sido el de llamar la atención de sus semejantes. Esto es tan trivial y mundano como que es así, no se discute. Que las personas ejercemos/sentimos atracción hacia nuestros semejantes también es así y que algunas de esas atracciones tienen carácter afectivo/sexual es tan cierto que estéril es negarlo. En este contexto algo tan inocente pero tan poderoso como una canción estaba destinado a ser utilizado por la siempre desconcertante mente humana.

Se puede decir que dentro del asunto este, para algunos todo un arte, del ligoteo conviven dos tipos de enfoques: el más afectivo o trascendental que busca encontrar ese alma gemela con quién recorrer la aventura de la vida en comunión perfecta y el que no busca más que una atracción física sin complicaciones. Por supuesto esta afirmación es una generalización tan peligrosa como inexacta, pero la vamos a considerar de todas formas ya que todo este tocho que de manera sorprendente estás leyendo no pretende ser peligroso aunque sí inexacto.

Para el primer enfoque no hay receta posible, te topas con esa persona con la que haces un encaje perfecto y pleno a todos los niveles vitales o no; incluso dos seres destinados a ser felices juntos podéis llegar a cruzar vuestros caminos y que no pase nada por las variopintas limitaciones del estúpido comportamiento humano. Sin embargo, dentro del segundo enfoque, deliciosamente superfluo e intrascendente, podemos detenernos sin reparos para comentar unas cuantas cositas sobre esto del arte del acercamiento entre personas.

Siempre he desconocido del todo lo que hay que hacer para ligar. Desde mi perspectiva tan heterosexual como masculina y, por extensión, torpe nunca he sabido leer los supuestos mensajes o comportamientos del sexo opuesto en esto del ritual de acercamiento entre dos personas que se puedan sentir atraídas entre sí y ya peino demasiadas canas para tan siquiera contemplar la posibilidad de reinserción. Pero no preocuparse, todos tenemos algún amigo supuestamente experto en estos menesteres que se prestará de modo diligente a resolver todas nuestras dudas al respecto cuando aparezca la ocasión. Nuestro entrañable Casanova de turno te explicará todo lo necesario para que triunfes en tu noble empresa con esa persona que te ha llamado la atención, incluso te aconsejará de manera torpe el papel de la música en todo este tinglado que, casi sin darte cuenta, se habrá montado a tu alrededor. Los amigos, ¿qué haríamos sin ellos?

La música tiene un importante poder en esto de las relaciones humanas, todos los que somos capaces de apasionarnos con ella lo sabemos. Entre dos personas que comparten pasión por las mismas músicas se genera de inmediato una conexión espiritual que jamás comprenderán los del apartado de usar como fondo para hacer cualquier cosa y que te puede llevar a un plano vital del que hemos hablado antes en el primer enfoque de este apartado. No obstante, su poder letal también puede dificultar las cosas en esto del ritual de acercamiento. Recuerdo una anécdota bastante cachonda que me aconteció hace tiempo a este respecto. Una noche estaba tomándola en un garito con unos amigos -sí, hay gente a la que nos gusta conocer a otras gentes en bares por la noche y con alcohol de por medio antes que en una jodida página de citas virtual- y, de pronto, sucedió. Casi sin querer crucé mi mirada con la de unos insondables ojos negros que estaban justo a mi lado. Minutos después y de manera inexplicable para mis limitadas entendederas, la mujer poseedora de esos ojazos y este humilde escriba nos encontrábamos intercambiando un conjunto de letras agrupadas de manera inconexa, sobre todo por mi parte. Las conversaciones en los bares a altas horas de la madrugada, al abrigo de unas copas y con buena música de fondo: un delicioso dislate en sí mismo.

Todo tenía muy buena pinta hasta que salieron a relucir los gustos musicales. A mi hasta ese momento atractiva interlocutora se le ocurrió mencionar como uno de sus artistas favoritos a Coque Malla; sí, el de los irritantes The Ronaldos. Vamos, no me jodas. De pronto mi semblante cambió. Habría soportado hasta el infame Reggaeton, o como coño se escriba, pero el amigo Coque fue demasiado para mi. Por más que ella se esforzara en convencerme de las bondades de la música de nuestro ínclito, empresa imposible si pretendes cambiar el parecer de este humilde servidor, cada vez que volvía a mirar a la mujer poseedora de esos profundos ojazos ya solo podía vislumbrar la cara del petardo de Coque Malla, su agobiante "adiós papá, adiós mamá" y su estúpido sombrerito con el que intenta parecer cool aunque lo único que sacas de ahí es la estampa de un irritante amorfo jugando a querer aparentar ser un rockero. La cosa no acabó bien, como os podéis imaginar. La música y las relaciones humanas: un abismo insondable.

Coque Malla intentando hacerse el interesante.

-Para alardear/vacilar.

El arte de la música, el talento e inspiración para dar forma a algo único que desborde tus sentidos e ilumine tu alma, además de sus nobles e intrínsecos propósitos suele llevar a veces adherido a su culo a palurdos de la más variada enjundia que solo buscan chupar sangre cual sanguijuelas rastreras. Estos individuos, que suelen estar en todos los ámbitos de la vida demostrando su mediocridad en cuanto abren la boca, abundan más de lo que uno desearía. Obviamente no se han enterado de nada, pero poco importa. Ellos aprovecharán cualquier disco, canción, grupo o noticia relacionada para desplegar su peculiar arsenal al respecto. Si no los conoces los descubrirás a los cinco minutos en el desaconsejable caso de que decidas entablar una mínima conversación sobre el tema que ellos mismos hayan abierto. Resulta que no tienen ni puta idea de lo que hablan y lo único que buscan es notoriedad en la conversación, sentirse algo así como el centro del grupo humano en el que vierten sus comentarios. Insisto, esto sucede en todos los ámbitos de la vida. Siempre nos vamos a encontrar al típico listillo estreñido de turno que escupe con desdén y condescendencia cualquier afirmación y si tiene un punto sensacionalista, mejor.

Tampoco nos podemos olvidar de los que buscan llamar la atención de aquella persona que les haya llamado la atención a ellos mismos. Ya lo hemos hablado en el anterior apartado del asunto de ligar. Todo vale para hacerse notar y/o darse un cierto aire importante. En estos casos resulta especialmente entretenido contemplar desde la barrera y en un segundo plano las evoluciones de nuestro Romeo de turno; no falla, en el momento menos pensado nuestro ardiente lover la va a cagar y la cosa va a quedar cachonda. A veces incluso ese pequeño diablillo que todos tenemos entra en escena y hace que entremos en la conversación que nuestro querido elemento intenta monopolizar, solo para ponerle en un aprieto y encontrar entretenimiento mientras el intrépido interlocutor trata de salir del paso sin tener ni idea de lo que decir para hacerlo de manera digna. Es lo que tiene pretender departir sobre un tema musical sin saber del mismo. Ah! las relaciones humanas, tan complejas como sencillas, imprevisibles y apasionantes.

 

-Para hacer política.

Uso detestable como pocos, una violación asquerosa la que pretende apropiarse de algo tan inocente, delicado, bello y puro como una canción para favorecer los oscuros, interesados y falsos fines que salen de la boca de casi cualquier político. No soy contrario a la política, ojo, considero imprescindible una organización a base de acuerdos, principios y normas para hacer viable la convivencia humana; y si la manera de escoger a los encargados de gestionar esto es democrática, mejor. El problema viene cuando los ejecutores de dichas cuestiones demuestran estar tan envenenados como el propio sistema, preocupándose de sus propios intereses, engañando al resto para intentar convencerlos de que se preocupan por el bien común siendo esto del todo falso, tergiversando la realidad o mintiendo descaradamente si es preciso para debilitar a su rival, haciendo de la pose y las apariencias su nueva piel y vendiendo a sus propias madres si es preciso para trincar o pillar cacho donde puedan meter sus corrompidos hocicos. Y esto por desgracia suele ser así con todos los colores, cada día y con cada nuevo escándalo que por supuesto nunca reconoce ninguno de los implicados de turno siguen demostrando su verdadera condición. Supongo que es consecuencia directa de nuestra mierda de condición humana. La solución es que no hay solución. Si lo piensas durante más de un minuto solo pasan por tu cabeza barbaridades para revertir esa situación tan frustrante en la que ya estamos instalados. Sin embargo, insisto, este humilde escriba no es apolítico ni anarca. Se trata de hacer auténticos malabarismos para que cuando cada cuatro años te lamen un poco el culo para que les votes, ejecutes tu derecho buscando la opción menos mala; aspecto cada vez más complicado, pero imprescindible según entendemos algunos de nosotros que buscamos mejorar las cosas en las urnas y no en las conversaciones testosterónicas de las barras de los bares con aquellos que en cuanto salen de dichos antros esconden la cabeza dentro del suelo cual avestruz. En fin, divago por momentos.

Que los partidos políticos llevan toda la vida usando canciones famosas para sus campañas electorales es tan cierto como la vida misma. Ellos, que pagan a carísimos equipos de asesores para entender la psique del colectivo humano, saben mejor que nadie de la fuerza y el poder que atesora la música. Aquí también hay un curioso posicionamiento entre el compositor y el hecho político. Hay músicos que no se quieren ver envueltos en cuestiones políticas, los hay que se la sudan y que si les pagan derechos también venden a su madre por un puñado de monedas y en el otro extremo están los seguidores de tal o cuál corriente política que no dudan en ayudar al candidato de turno cediéndole el uso de sus canciones. Ante estas cuestiones tan sensibles posicionarse no deja de ser complejo y arriesgado... pero lo vamos a hacer, claro. Fuera de corrientes políticas de pensamiento lo que más se puede valorar es que al menos tengas una opinión formada y seas consecuente con ella a lo largo del tiempo, aunque eso suponga que palmes pasta o prestigio. Esos músicos que alcanzan tal estado merecen toda mi admiración, aunque su música no me importe un pimiento.

 

-Para tomar decisiones.

Todos los que somos capaces de amar la música y dejarnos apasionar por ella sabemos de su inmenso poder. Está presente en todos los momentos de nuestra vida y nos acompaña en nuestro devenir por este loco mundo. En lo que a este plumilla respecta, puedo aseverar de manera rotunda que mi vida se escribe con música. Es tan grande su sombra que me acompaña en cada uno de los momentos de mi día a día, de manera directa o indirecta en mi cabeza y desde luego en mi corazón. Siempre está ahí, presente para celebrar los grandes momentos y para consolar, apaciguar o ayudar a comprender y aceptar la tempestad cuando llega el dolor, la enfermedad o la pérdida. Esas cosas que colorean, adornan o tiñen esta aventura que es vivir. Y esto para nada es cuestión baladí. Aunque no mucha gente comprenda esto, te ayuda e ilumina cuando llegan los duros momentos de escoger caminos y tomar decisiones. Hay gente que piensa que lo bueno en la vida es saber tomar las mejores decisiones. Discrepo. Lo importante es ser capaz de tomar TUS propias decisiones y si además aciertas, pues mucho mejor; claro. Solo pienso que haya algo peor que haber escogido el camino equivocado y sufrir las consecuencias negativas que ello reporte: haber llegado hasta ahí sin siquiera haber sido capaz de haber tomado tu propia decisión. La experiencia me ha enseñado, por supuesto a base de golpes, que es mucho mejor equivocarse habiendo tomado tu propia decisión final que habiendo hecho algo que no tenías claro por cualesquiera que fuesen los motivos subyacentes. Eso no quiere decir que no escuches ni te dejes aconsejar, no confundir con ser cabezón y/o estúpido. Ser dueño de tus decisiones es liberador y, aunque te hayas equivocado, al final de todo en tu intimidad queda un poso de tranquilidad que no se paga con todo el dinero que pueda haber escondido y desfalcado el más despreciable de los políticos.

Entiendo que mucha gente no entienda esto, pero así están las cosas para algunos descerebrados con cabeza de nosotros, dejando que la música que nos alegra el alma esté presente de manera activa en nuestras decisiones y en nuestra propia vida. Me quedo con una reflexión de Uli Jon Roth, un tipo con mucho talento y con cosas muy interesantes que decir sobre la vida misma: “veo música en cualquier lugar, en un árbol, plantas, en la gente, animales u objetos. Veo el mundo con ojos musicales en términos de armonía, ritmo y energía musical. Y esa es la misma energía que usamos para vivir”.

Uli Jon Roth.
 

-Para crear arte.

Un puñado de afortunados resulta que son capaces de usar la música para darle una forma genial y única que hace que sus oyentes sean más felices al escucharla y sentirla. Esos seres de luz tocados con el dedo divino, inalcanzables para el resto, han venido a este mundo con la bendición y capacidad de crear una música y/o capacidad interpretativa destinada a deslumbrar al resto de sus semejantes.

Estos artistas creadores de algo personal, irrepetible, resultón, maravilloso y que no estaba en la cabeza de ningún otro mortal, suelen venir con su don de serie. Por supuesto, ese talento hay que cultivarlo. Lo que ocurre en la mayoría de los casos es que ese interés por descubrir, estudiar, practicar y avanzar en su talento les suele salir de manera natural. Están en otro nivel y de hecho son los únicos que alcanzan un listón de excelencia en lo suyo que es inalcanzable para otros. Hay gente que también estudia, se trabaja la técnica del instrumento musical que sea, se esfuerza y es capaz de hacerlo sonar bonito. No hablamos aquí de ellos. Esas personas, por mucho que dediquen toda su vida a estudiar y practicar, jamás podrán alcanzar los niveles de los genios a los que nos referimos en este apartado. Todo mi respeto hacia ellos, claro, pero el salto cualitativo del que hablamos es otra cosa.

Esto es un club de fans de Deep Purple. Aquí nos gusta el Rock y en estos menesteres la guitarra eléctrica tiene un protagonismo especial. Sin desmerecer a todo lo demás es ridículo entenderlo de otro modo. En esta tesitura es inevitable que aparezca en nuestra retina la figura de Ritchie Blackmore, uno de los tipos que marcó el camino a seguir aunque hoy en día ya solo sea una sombra de lo que fue. Me atrevo a decir que el Rock n Roll no sería lo mismo sin él. Desde aquí todo nuestro reconocimiento y respeto hacia su figura.

Y, por supuesto, si hablamos de genios y guitarras eléctricas no puede faltar una mención a Steve Vai. Uno de los últimos revolucionarios de este instrumento musical y de la manera de concebir el Hard Rock.

Ritchie Blackmore. Palabras mayores.

Steve Vai. Palabras mayores.

-Para estudiar.

En este apartado es en uno de los que mejor se aprecian las sutiles pero esenciales diferencias entre las personas contagiadas sin remedio por la pasión hacia la música y las que jamás podrán sentir nada por ella. Es fácil, si de verdad la música es algo importante para ti, si te emocionas cuando escuchas esa canción o a ese artista que te apasiona y no necesitas fingirlo ni impostar nada de cara a la galería ya que es un sentimiento tan sencillo e inocente que no lo puedes remediar, entonces no tendrás problema alguno en permitir que te acompañe mientras ejecutas el noble acto de realizar cualquier trabajo de investigación o estudiar cualquiera que sea el asunto de turno objeto de erudición... y, si no lo haces por obligación -esto es, por lo que lo hace el total de las personas de menos de treinta y muchos de edad superior-, pues será todavía más gratificante. Por otro lado, para todos aquellos que no fueron bendecidos con la capacidad de emocionarse con la música, hacer sonar de fondo el reproductor musical mientras pretendes empollarte los cuarenta temas, doscientas hojas por dos caras, para el examen de esa asignatura de la facultad que tanto detestas lo considerarás poco menos que una distracción/estupidez.

Qué grandes recuerdos de los años de instituto y facultad. Sí, los que vivimos la dorada época de la EGB, el Bachillerato, el COU, la Selectividad y la carrera universitaria pudimos disfrutar de unos años maravillosos que seguro asentaron las bases de nuestro carácter, principios y actitud ante la vida. Si lo comparas con la mierda con la que tienen que convivir los niños de hoy en día es que te echas a llorar: nuestra añorada infancia merendando el bocata de Nocilla, haciendo deberes algo menos de una hora al día, viendo una serie en la tele para niños, bajando... a la calle!... a jugar con otros niños!... a pegarse, por supuesto. Frente a esto hoy en día tenemos los video juegos, el jodido móvil, internet, solos en casa toda la puta tarde, sin límites, sin control, sin cariño, sin poder bajar a la calle a jugar, las actividades extraescolares con las que te agobian a todas horas... sin que al menos uno de tus progenitores te de un beso cada tarde y te prepare tu bocata de Nocilla. Padres estúpidos que piensan que solo tienen derechos, que no entienden de involucrar esfuerzo y límites a sus infantes, que todo lo solucionan con denuncias y consintiendo todo a sus críos para compensar su falta de preocupación y desvelo por ellos. En fin, una sociedad que produce niños consentidos que involucionan a adultos idiotizados.

De los años de instituto nos ocuparemos en otro momento, ya que daría para un amplio artículo en sí mismo. Finalizo con el recuerdo de un compañero de insti, tenía la costumbre de señalar en cada trabajo que nos mandaban los profes el disco que había sonado en su habitación mientras lo elaboraba. Un dato esencial para algunos de nosotros, por supuesto.


-Para estudiarla.

Solo un selecto puñado de entrañables descerebrados podrá entender el sentido de este uso de nuestro querido asunto musical, tan innecesario e incomprensible para el resto de la mayoría... como ocurre en tantos otros ámbitos de la vida. Estamos de acuerdo en que para la gran parte de oyentes la música es algo que está ahi, es bonito, entretiene y poco más. Este apartado no es para ellos, seguro. Tenemos a los que la disfrutan de veras, forma parte de su día a día, les aporta buen rollo y felicidad, pero les vale con conocer y acumular aquellos discos o canciones que les permiten vehicular esos nobles propósitos; ni entra en sus planes ni les pide el cuerpo ponerse a conocer o investigar más allá. Tampoco les dirá nada este apartado. Podemos hasta encontrarnos con profesionales de la comunicación cuyo trabajo sea precisamente el de documentarse sobre tal o cual canción/disco/músico/grupo y que lo hagan por obligación, sin que ningún cosquilleo les atraviese el estómago cuando tengan que ponerse a investigar y profundizar en el objetivo que les haya planteado su jefe. Es más, puede que incluso les estomague el hecho de tener que hacerlo. Sin problema, tiran de la casi siempre inexacta wikipedia y quedan en ridículo cuando publican sus textos. Rogamos a estos irritantes seres que se abstengan de meter sus zarpas en este apartado. Incluso podemos toparnos con muchos músicos, algunos de ellos con verdadero talento, que no sientan el más mínimo interés por profundizar en aquello a lo que han decidido dedicar su vida y/o les da de comer. Por increíble que parezca, ellos tampoco entenderán la razón de ser de este apartado que ahora abordamos; aunque casi nunca tengan los cojones de reconocértelo, claro.

Sin embargo, existe gente que, en cuanto recibe la sutil caricia de la música y queda prendada para siempre de su poder infinito, no puede menos que sentir el irrefrenable deseo de saber más sobre la misma. Comienza entonces un excitante camino de conocimiento al que resulta imposible sustraerse y que no hace más que dibujar un nuevo recorrido vital que te hace crecer y te permite contemplar la vida con unos ojos distintos.

Comenzar en esto de la música siempre debería ser algo tan desconocido como emocionante. Llega a tus vírgenes oídos una canción o interpretación que te remueve por dentro y pone tu mundo del revés. De inmediato sientes la imperiosa necesidad de escuchar más de eso que te ha vuelto loco y ya no tienes solución: te has enganchado. Las figuras de los hermanos mayores y/o esos amigos que te han hablado de tal artista o te han puesto el disco de turno que te parece una maravilla también juegan un papel importante en ese camino hacia el conocimiento. Antes era casi obligatorio escuchar y conocer a todos los grupos posibles que tocasen esa música que tanto te gustaba. Y si tenías la suerte de poder llamar amigo a algunas de esas personas con conocimientos musicales absolutos, mejor. Esos seres privilegiados, auténticas enciclopedias andantes capaces de retener datos tan esenciales como el número de guitarristas que han tocado en Lynryrd Skynyrd o los discos de directo de UFO, representan la universidad ideal en la que desarrollar tus conocimientos musicales y convertirte en un adulto de provecho musical. Además, en la totalidad de las ocasiones el deseo de profundizar en esos artistas que te apasionan siempre va ligado a la capacidad de no dejar de emocionarte jamás. Aunque claro, estas consideraciones serán estupideces para cualquier trepa cuyo principal objetivo sea meter sus zarpas en el mundo de la política.


 

-No la usa.

Pues sí, sufridos lectores, por increíble que parezca existe un extraño tipo de personas para las que la música no significa nada. No es que les guste poco, les parezca trivial o vean a los músicos como unos vagos engreídos con mucho morro -que seguro también-, es que directamente ni la consideran ni les dice nada; mucho menos la van a usar para algo, claro. Aquí no tienen cabida esos impostores que dicen que pasan de tal o cual artista, pero disfrutan de sus canciones cuando se encuentran escondidos en el último rincón de su habitación. No hablamos de ellos. Se trata de seres rarunos, por lo general grises y/o estreñidos, que afirman no sentir nada cuando escuchan cualquier pieza musical. Y por lo visto es que es cierto. Lo que para otros de nosotros puede ser hasta el timón que guíe nuestro devenir por la vida, para ellos resulta algo que no les suscita ninguna emoción. Podemos afirmar casi sin miedo a equivocarnos que estos sujetos deben de tener alguna conexión cerebral floja. Entablar conversación con ellos a algunos de nosotros nos puede parecer hasta inquietante. Aunque una cosa está clara: siempre mejor verte abocado a compartir unos minutos casuales de tu vida con ellos que con cualquier otro estirado y petulante palurdo de los del apartado del vacile.

 

-Para consumir como comida basura.

Pues mira, al menos los del apartado anterior son incluso respetuosos con la música y coherentes con sus actos en relación a la misma. No te gusta, no te emociona, no postureo, no nuthin’. Inquietante, pero tan respetable como coherente. Todo lo contrario que los protagonistas de este apartado. Aquí nos topamos con el rebaño que va detrás del que mande, que no se cuestiona nada y que sin duda vendería a su progenitora con tal de estar en el candelabro -término canchondísimo que en su día acuñó la entrañable Sofía Mazagatos, redefiniendo la lengua castellana cada vez que abría la boca-. Estos seres tan particulares como vacíos de contenido no solo escucharán la música que esté de moda, suene en las ondas/redes o lo que sea que lo pete, también vestirán solo y exclusivamente lo que se lleve este verano, visionarán las nuevas pelis/series que les metan por los ojos, adquirirán el último libro líder en ventas aunque no está claro que se lo lean, frecuentarán los restaurantes/garitos nocturnos a los que vaya toda la gente, irán de vacaciones a los sitios más in que les recomiende Tripadvisor. Y así podemos seguir hasta casi el infinito. De opiniones propias, escalas de valores y análisis críticos de la realidad, poquito; pero ¿y a quién le pueden importar esas minucias si te acaba de llevar a tu casa ese par de zapatos tan exclusivos cualquier lacayo de Amazon? La vida entendida como un autoservicio gigante de comida basura que eleva tus niveles de idiotización y borreguismo hasta el infinito.

Incluso dentro de su servil manera de entender la realidad, se juntarán con sus semejantes y te tildarán de tipo raro; siempre a tus espaldas y sin decírtelo a la cara, por supuesto.

Sofía Mazagatos.

-Para uso terapéutico.

Una vez más, uno puede no caer en la cuenta de esto a primera vista, pero es innegable que la música tiene la capacidad de ayudarte a cruzar los difíciles puentes que de manera inevitable tenemos que abordar a lo largo de nuestra vida. No me voy a detener mucho en este apartado, ya que se ha tratado transversalmente cuando hemos hablado de ella en el apartado de tomar decisiones. La persona no deja de ser una dualidad formada por cuerpo y mente. Si te partes un hueso no necesitas terapia, sino una escayola bien puesta. No obstante, las cosas de la cabeza circulan en otras direcciones y, cuando hay problemas cuya naturaleza no es física, las soluciones pasan por otro tipo de tratamientos cuya comprensión resulta difícil para los que por fortuna no los hemos tenido nunca. Es en estos casos en los que la música puede ayudar y mucho. Para todos los que somos capaces de emocionarnos con una pieza musical y/o con su interpretación -no me cansaré de repetirlo: no todo el mundo está capacitado para entender y dejarse emocionar por el lenguaje musical-, este maravilloso invento sonoro nos puede ayudar a solucionar cualquier problema que afecte a nuestra psique o al menos a hacerlo más llevadero y comprensible. Sin ir más lejos, es un reconfortante consuelo al irremisible desconsuelo que supone la pérdida de un ser querido. Sin duda te ayuda a buscar algo de paz y sosiego en esos momentos convulsos.

 

-Para rezar.

Uno de los usos en los que tal vez uno pueda reparar menos, pero que es tan cierto como la vida misma. El poder universal y transversal de la música llega a todas partes y esta realidad no iba a ser menos. En estos tiempos tan secularizados que vivimos en nuestras putrefactas sociedades occidentales, tan hediondas como cualquiera de las otras que vivan bajo la opresión de cualquier tipo de fanatismo, podemos pensar que el asunto religioso puede haber perdido fuerza y peso específico. Nada más lejos de la realidad. Vivimos rodeados de dioses de la más variada enjundia a los que rendimos culto y pleitesía, desde los más obvios a los más ridículos y materiales; seguro que mientras estás leyendo esto, estimado lector, estás pensando en alguno de esos dioses de pacotilla que por suerte o desgracia influyen en tu día a día.

Pero no vamos a seguir por este camino, dejamos el debate abierto sobre las motivaciones que rigen nuestros comportamientos y decisiones como individuos y como especie para otro momento. Nos vamos a detener en las religiones propiamente dichas y en la impronta que tiene la música sobre ellas. Para todo aquel que tenga unas nociones mínimas sobre el asunto, no hace falta ser Obispo católico o Lama budista, le será fácil caer en la cuenta del papel que juega el asunto musical en el aspecto celebrativo y de oración de prácticamente la totalidad de los cultos que el ser humano reconoce y practica. Las liturgias tienen un apoyo significativo en el apartado musical. Incluso algo tan íntimo como una oración personal, de esas sinceras e inspiradoras, puede verse apoyada por un hilo musical que sirva de motivación. Supongo que en este supuesto las músicas de bandas como Motorhead o Slayer no sean las más adecuadas, qué duda cabe, pero el abanico musical es tan amplio y variado que siempre puedes encontrar esa melodía que te ponga en la sintonía adecuada para la empresa religiosa a realizar. Conviene tener en cuenta que los grandes compositores de Música Clásica que todos conocemos y los que no también, no habrían podido cultivar su talento y crear sus imperecederas obras sin el mecenazgo religioso de aquellos tiempos. Otra cosa es que la manera que tenían de entender la religión cristiana aquellos altos cargos de la Iglesia tuviese algo que ver con el Mensaje de Jesucristo; casi como lo que pasa en nuestros días, pero esto es marginal.

Y si volvemos a nuestros días hasta podemos encontrarnos con música tradicionalmente religiosa que hasta acabó triunfando en las listas de éxitos. Sí, los dichosos remixes de los Cantos Gregorianos de los dichosos Enigma, que nos agobiaron a defensores y detractores por igual en aquellos ya lejanos y locos años noventa.

Slayer, música para la meditación.


-Para acumularla.

Otro uso cuanto menos peculiar que algunos aficionados al hecho musical pueden otorgar a este maravilloso invento. Hay gente que por el motivo que sea tiene la necesidad de acumular entre sus posesiones las canciones y discos de sus artistas preferidos... incluso hasta de los que no conoce de nada. Sí, por extraño que parezca hay personas que se esfuerzan en poseer catálogos musicales que ni les interesan ni escucharán jamás, pero así de inescrutable es el ser humano.

Vamos a diferenciar dos tipos dentro de este apartado. Por un lado tenemos a las personas que sí escuchan y disfrutan toda la música que de un modo u otro llega a sus manos y orejas. Para esta gente la música es importante, la disfrutan, sienten y por tanto necesitan tenerla entre sus paredes para poder escucharla. Puedes ser poco, mucho o enfermizamente excesivo en tu afán de acumular, pero si lo que adquieres lo escuchas, conoces y haces tuyo no veo el problema por ningún lado. Bueno, tomarás decisiones drásticas en tu vida que no entenderán el resto de tus semejantes como liberar una de las habitaciones de tu guarida de aperos inútiles como mesas, sillas, sofás, armarios, camas y toda suerte de zarrios innecesarios para llenar el habitáculo escogido de estanterías en las que colocar con cariño, cuidado y esmero todos esos discos, singles, cds, cassettes -por supuesto-, libros, merchandising variado y demás memorabilia estúpida que te llena de ilusión. Este subgrupo de incomprensibles seres con los que me siento tan identificado está íntimamente ligado a los del grupo que estudia la música y del que hemos hablado con anterioridad. Cuando te apasiona algo es inevitable sumergirte hasta los pies en todo lo relacionado con el asunto en cuestión y conocer cualquier dato al respecto, por estúpido que pueda parecer, pasa a ser tan reconfortante como vital... y el asunto musical no iba a ser menos que cualquier otro.

Por otro lado tenemos al otro subtipo de este apartado. Gentes que pululan por estos mundos de Dios sin el menor interés ni la menor capacidad para emocionarse cuando escuchan a un músico interpretar su creación, pero que por un cúmulo de circunstancias y/o situaciones disfrutan acumulando material musical. Este fenómeno ha aumentado exponencialmente con la irrupción de internet y las descargas musicales gratis e ilegales. Seres que descargan todas las discografías comprimidas en mp3 de la mayor cantidad de grupos posibles, que se bajan de la red todo lo que se pone a tiro del dedo que manipula su ratón y que aglutinan en carpetas con las que llenarán sus discos duros y pendrives sin tan siquiera pestañear. Nunca van a escuchar una sola nota de toda la música que atesoran, pero les da igual; seguro que muchos de ellos ni siquiera se lo plantean. Es el universo de la comida basura musical de la que hablamos antes. Muchos de los elementos de los que hablamos en el apartado de la gente que usa la música para vacilar también se encuentran en este apartado. Tienen cientos de gigas con discografías de miles de bandas de las que no tienen ni puta idea y en cuanto entablas con ellos alguna conversación al respecto apenas tardan minutos en demostrar su triste condición.

 

-Para no escucharla.

Directamente relacionada con el apartado anterior. No me voy a detener aquí, ya que los que se dedican a acumular música porque sí en la mayoría de los casos no tienen el menor interés en escucharla; de dejarse apasionar por ella ni siquiera hablamos. Hago hincapié en señalar este apartado porque desde la irrupción de internet cada vez es mayor el número de seres que se pueden incluir aquí sin problemas. Años atrás de la irrupción de la conexión mundial también había personas interesadas solo en recopilar material discográfico, pero todo era como más inocente y artesanal. El tipo de turno que todos conocíamos, cada vez que se acercaba a hablar contigo de música era para acabar pidiéndote un disco o una cinta. Se la acababas pasando sin saber nunca a ciencia cierta si volverías a recuperar tu preciado tesoro. No te la podías volver a descargar doscientas veces si te quedabas sin ella. Qué tiempos aquellos, tan bisoños como excitantes. Hoy en día todo ha cambiado. Esos tipos ya no te necesitan; bueno, tal vez para que les recomiendes la siguiente discografía a descargar. Claro, como ellos no se la van a escuchar a veces no saben por dónde tirar. Y ahora, con el auge extremo de los dichosos celulares hasta ellos se están reconvirtiendo en una nueva especie que ya ni siquiera necesita acumular carpetas de mp3 con música. Solo necesitan Youtube, Spotify o cualquier otro invento y su mundo vuelve a andar.


 

-Para hacer negocio.

Vampiros carroñeros que seguro no sienten nada por la música y jamás podrán emocionarse cuando suene una canción, pero que viven del aspecto mercantil del asunto. Aquí no incluimos deliberadamente a la mayoría de esas buenas gentes que se ganan la vida de manera directa o indirecta con la música: artistas, productores, arreglistas, compositores, dueños de salas de conciertos, promotores, personal que trabaja en las casas discográficas, locutores, montadores de escenarios, tramoyistas, camareros y un sinfín de personas que van desde el mejor y más importante músico hasta el que vende camisetas piratas en la puerta de los conciertos. No, no habla de ellos este apartado; aunque también tienen cabida en el mismo.

Aquí nos apetece señalar a todos esos asquerosos trepas que contemplan la música únicamente como un negocio. Ese tipo de escoria humana que pulula entre nosotros sin ningún tipo de principios y que no dudará un segundo en vender las bragas de su madre por un puñado de monedas. De manera instantánea aparecen en la mente esos altos ejecutivos musicales de antaño que no tenían ni puta idea de música, alguno incluso se jactaba en público de ello. Seguro que hasta despreciaban a los artistas que contrataban, pero como vendían discos y hacían caja... pues eso, amigos del alma. Hoy en día, como ya no se venden discos, esa figura parece haberse difuminado. Sin embargo, todos conocemos en mayor o menor escala a elementos de este pelaje dispuestos a lo que sea con tal de hacer negocio. Mi más profundo desprecio e indiferencia a todos ellos.

 

-Para discutir.

La música es pasión y cuando algo te apasiona tarde o temprano acabas discutiendo sobre ello con cualquiera que se cruce en el camino de esa pasión. Esto de discutir no tiene que ser malo, de hecho discutir con criterio siempre es enriquecedor para ambas partes; por no decir que el arte de usar la palabra es un reclamo en sí mismo y algunos de nosotros no solemos dejar escapar la ocasión cuando una buena discusión, de esas que molan y aportan, se cruza en nuestro camino. Si tienes la suerte de dar con alguien que disfrute usando la fuerza de la palabra y además tenga cosas que aportar sobre cualquiera que sea el asunto musical que os traigáis entre manos, seguro que ambos pasaréis un rato agradable o directamente perderéis la noción del tiempo enfrascados en lo bien que canta tal tipo en cuál concierto, cómo está de lograda la producción de ese disco, lo salvaje que suena aquel batería o vaya arreglos que lleva esta canción. Se pueden producir en cualquier contexto, pero las que más nos ponen suelen darse en las barras de los bares. Benditos antros en los que he pasado horas de disfrute inolvidables y he aprendido innumerables lecciones que han hecho de mi vida algo un poco más bonito y acertado.

Por supuesto el desastre de internet y el recalcitrante mundo virtual paralelo vino a joder en parte esas deliciosas discusiones analógicas. La de veces que he escuchado o he dicho aquello de "míralo en el móvil, a ver si es así o no". Ya ves tú, como si internet y la jodida wikipedia tuviesen todas las respuestas; de hecho la nueva enciclopedia virtual está trufada de incorrecciones... y la española mucho más, claro. Pero no está todo perdido, siempre puedes iniciar una nueva conversación sobre los errores de la red. Si tu interlocutor merece la pena y tú estás a la altura de las circunstancias, de ahí solo puede salir algo enriquecedor.

 

-Para motivarse.

Uso relacionado con el terapéutico al que nos hemos referido con anterioridad, aunque ofrezca un espectro más amplio. La música activa tu cerebro y tus emociones, determinada música puede hacer que suban tus pulsaciones y tu adrenalina. No tienes que hacer más que la siguiente prueba: justo antes de acostarte cualquier noche que estés muerto de sueño coge esa canción que tanto te pone, ajusta los cascos del reproductor que tengas a mano y dale al play. La vas a disfrutar y lo sabes, aunque estés cansado. El problema es que, tras su escucha, igual más que irte a la cama tu cerebro puede que te pida acción. La magia de la música. Bueno, si te gusta cualquier cantautor de esos que rasgan con tanta petulancia como pobres resultados las cuerdas de sus instrumentos que la mayoría de las veces ni siquiera son capaces de afinar por sí mismos, seguro que te quedas dormido igualmente, aunque ni siquiera tengas sueño.

La música es tan poderosa que te puede llevar a un estado mental en el que te ofrezca la seguridad necesaria para llevar a cabo cualquier empresa que te propongas. Es otro más de sus poderes. Recuerdo que en mi época de estudiante tenía dos o tres temas musicales que me subían arriba cada vez que hacía un examen. Y, pese a no interesarme en absoluto los estudios reglados y sus pruebas escritas, debo decir que he hecho cientos de ellas; supongo que por sentido práctico de la vida laboral. Mucho mejor con algunas carreras y oposiciones aprobadas para no tener que lamer el culo a ningún jefecillo insoportable y gilipollas.

En muchos ámbitos se recurre a la música para motivar al personal. En el mundo del deporte de alta competición es algo que está a la orden del día, pero esto es solo la punta del iceberg. En el ámbito laboral, religioso o político, por citar unos pocos ejemplos rápidos, también nos encontramos con su uso para encontrar ese empujón que se busca, sea el que fuere. Lo que está claro es que la música te puede llegar a motivar de tal modo que llegues a ese estado de trance o nirvana espiritual que te potencie exponencialmente.

 

-Para entrar en trance.

Consecuencia del apartado anterior. A algunos de nosotros no solo nos motivan los sonidos elaborados en forma de canciones que entran por nuestra oreja, sino que podemos llegar a experimentar situaciones de éxtasis total cuando determinada canción tiene la llave de esa difícil e inexplicable cerradura que hay en algunos de los rincones más recónditos de nuestro interior.

Pero para experimentar esta sensación no es necesario alcanzar el nivel de meditación trascendental de los monjes budistas del Tíbet. Ahora ya lleva años cerrado, pero cuando tenía abiertas sus puertas no tenías más que dejarte caer una noche de fin de semana por el Excálibur. Este entrañable garito ubicado en Vallecas albergaba en su interior a seres vitales que en cuanto sonaba aquella canción por la que llevaban toda la noche esperando, ganaban el centro de la pista y entraban en un trance completo inexplicable para el resto de mortales. Esas noches de Excálibur, entrabas a las tantas de la madrugada y cuando salías los rayos de sol cegaban tus ojos y descolocaban todavía más tus ya nublados sentidos. Aquellos maravillosos años.

Detalle del interior de la añorada sala Excálibur.

 

-Para ser feliz.

No pueden evitarlo. Todas esas personas capacitadas para disfrutar de la música, emocionarse con una melodía o volverse locas con una interpretación no pueden sustraerse al poder que atesora una canción. Esos temas musicales que te alcanzan colorean tu vida, aportan buenas vibraciones, glosan todos y cada uno de tus recuerdos, celebran contigo en los buenos momentos y te consuelan en los malos. Cuando una canción entra por tu oreja y te apasiona, sabes que ha llegado para quedarse. Pasa a formar parte de tu piel, latido de tu corazón, impulso de tu cerebro y agua de tu lágrima. Sabes que cualquier cosa que desees, cualquier cosa que el mundo te pueda ofrecer se la puedes pedir si la abrazas. Todo lo que incluso un beso no te pueda dar, ella te lo brindará si dejas que te acompañe. Es entonces cuando comprendes que la anhelada felicidad descansa en los brazos de una canción.

 

 


 

 

 

 

 

lunes, 27 de junio de 2022

Para qué habla la gente de Música. IX.

Volvemos con los albores del nuevo verano. Una vez más llegan los calores, las playas, los chiringuitos, las cervezas bien frías o los cafés con hielo. Una calurosa noche de esas paradisíacas en la que los astros se alinean y te encuentras sentado frente al mar, libre de preocupaciones, con un vaso lleno de delicioso café solo con hielo, buena música y la compañía adecuada… los pocos afortunados que hemos sido capaces de experimentar esta sensación en toda su profundidad sabemos que pocas cosas hay mejores en la vida que esa. No se trata de tener acceso a realidades pomposas o exclusivas, sino de ser capaz de valorar y degustar eso que te gusta con unos ojos distintos a los que tenemos sobre nuestras narices… entonces se produce la transformación y lo trivial adquiere una dimensión nueva dando un salto cualitativo.

Estas mismas consideraciones las podemos trasladar al motivo de este texto, algo tan simple o mundano como el hablar sobre música puede adquirir diferentes consideraciones. Como hemos afirmado en numerosas ocasiones, el hecho artístico y musical es inherente al ser humano; es por esto que, nos guste o no y seamos capaces de percibirlo o ni nos demos cuenta de ello, es una realidad que convive con nuestro día a día. Todo el mundo opina sobre música y mucho más en estos asquerosos tiempos de realidad virtual guasapera en la que hasta el más idiota expone sus opiniones al mundo sobre cualquier tema, por ridículo y exasperante que este sea. Sin embargo esta vez nos vamos a alejar del lenguaje escrito -es un decir, con tanto mensajito de texto resulta que la gente cada vez escribe peor o directamente ya no sabe ni escribir- y nos vamos a centrar en la fuerza de la palabra; sí, eso que cada día parece estar más en desuso. Con tanto puto móvil parece que la gente ya no tiene tiempo de charlar cara a cara, incluso hay individuos que se juntan para tomar algo y cada uno se pone a escribir mensajitos con su celular ¿?… El ser humano, un abismo insondable en sí mismo.

Pero no nos enervemos. Esperamos que disfruten con esta alocada tipificación, tan humilde e irreverente como subjetiva e intrascendente, mientras nos preparamos para la estación del calor. Feliz verano 2022.


 

- Porque son fans.

El hecho social del ser humano implica necesariamente comunicación, eso es así y no permite discusión. Como ya hemos comentado en la introducción de este texto y de manera sorprendente, el lenguaje escrito parece estar ganándole la partida al lenguaje oral durante estos últimos años de servilismo e idiotización virtual que abanderan sin rubor una nutrida representación de nuestra especie, aunque a veces parece que estén más cercanos a los chimpancés que a los seres humanos.

Dentro de este curioso cambio de tornas todavía seguimos encontrando a personas que disfrutan charlando sobre sus grupos musicales favoritos. Es inevitable, cuando te gusta algo no puedes sustraerte al placer de publicarlo a los cuatro vientos; y está bien así, todo lo que sea positivo y salga de esa parte noble que tenemos todos en nuestro interior siempre va a sumar. No hay nada más saludable que compartir con todo el que quiera escuchar lo que te gusta y lo que sientes cuando escuchas los discos y las canciones de aquellos grupos cualesquiera que sean que tengan algo interesante que mostrar. Y si además consigues dar con el interlocutor adecuado, aquello puede convertirse en algo realmente educativo y enriquecedor.

Por otro lado, el hecho de que te guste mucho un determinado artista o disco no quiere decir que estés en posesión de la verdad absoluta. Seguro que hay por ahí otras muchas personas que jamás estarán de acuerdo con tus opiniones, incluso algunas de ellas puede que tengan más razones que tú para pensar justo lo contrario. No pasa nada. Sobre los gustos artísticos no hay base lógica y son deliciosamente subjetivos, por lo que si de verdad alguna canción ha conseguido tocarte en esa zona de difícil acceso y que te hace feliz seguro que es porque merece la pena.

 

- Para pasar el rato entre colegas.

Un placer absoluto. Muy pocas cosas se acercan a la sensación tan maravillosa y plena que representa escuchar una pieza musical o una interpretación por parte de un artista/banda de esas que te vuelven loco, pero está claro que una de ellas es seguro la posibilidad de poder comentarlo con los amigos; con los que sienten una pasión similar a la tuya y con los que hablas el mismo lenguaje, claro.

Dios bendiga esos momentos, horas, tardes y noches completas en las que se dan las condiciones adecuadas para que puedas pasar el rato charlando efusivamente sobre ese disco, canción, grupo, músico, actuación, concierto o lo que quiera que sea que te ha llamado la atención y te ha parecido lo suficientemente bueno como para pararte a disfrutarlo. Si encima lo haces degustando aquella bebida que tanto disfrutas y con la posibilidad de hacer sonar la música correcta o visionar el dvd adecuado… aquello se convierte en lo más parecido al paraíso que existe. Dios bendiga esos momentos, te llenan de vida y hacen que tu paso por este mundo loco sea un poco más bonito.

 

- Para transmitir informaciones vitales entre colegas.

Variante del apartado anterior. Además de charlar con tu gente de esas inquietudes tan triviales como esenciales que nos mantienen vivos, muchas veces la información que compartimos es de carácter vital. Todos aquellos que sentimos pasión por la música sabemos que cuando cae en tus manos o llega a tus oídos algún artefacto musical desconocido de esos que te alegran la tarde por su calidad intrínseca, lo siguiente más importante tras escucharlo es anunciar a tus amigos también descerebrados musicales la existencia del mismo. Imagínate que quedas con tu colega o con tu alma gemela para pasar un rato agradable de comunicación humana verbal y, cuando llegas al lugar de encuentro acordado, tu partenaire se presenta con el nuevo disco de ese grupo que tanto te gusta y del que desconocías que había publicado nuevo material; pocas cosas me parecen más importantes que esa. Esos pequeños momentos de felicidad instantánea… que por inesperados te hacen todavía más feliz.

 

- Para mantener conversaciones triviales.

No todo en esta vida van a ser intercambios de información esencial o vital para los interlocutores, también existe el hecho de hablar por el mero placer de hacerlo; el que esto firma trabaja en el mundo de la docencia, por lo que es capaz de hablar sobre casi cualquier cosa y el tiempo que sea necesario de la misma. Esto de ser capaz de hablar de cualquier tema, algo así como el small talk del que tanto gustan hablar los hablantes de lengua inglesa, no deja de ser un arte y no todo el mundo está capacitado para hacerlo. A veces se produce por el mero placer de charlar, sin más interés en sí mismo, mientras que en otras ocasiones se lleva a cabo para salir de algún momento de esos forzados o embarazosos. Imagínate que acabas/te acaban de pillar en medio de alguna situación de esas que podríamos denominar como incómodas; seguro que ahora mismo, estimado lector, se te está ocurriendo alguna. Sin problema, se aborda cualquier tema para salir del paso, ambos interlocutores sacáis a relucir vuestra educación, cubrís el asunto con un tupido velo y a seguir cada uno con su vida. Aunque en estos casos la música puede servir como excusa para romper el incómodo silencio, no siempre puede ser la mejor solución. Si has pillado sin querer a un conocido rascándose su trasera y santa parte -como bien dijo en su día David Lee Roth: sabes que has alcanzado el éxito cuando ya no puedes ni rascarte el culo a gusto, porque alguien te va a grabar sin que lo sepas y lo va a publicar; muy grande Diamond Dave- o incluso si ves entrar a una sala de conciertos justo cuando acaba la actuación al tipo que sabes que cobra por escribir una crónica sobre ese evento que supuestamente debería haber visto en su totalidad… y os veis abocados a saludaros, lo mejor es recurrir a esas charletas fáciles e intrascendentes para pasar ese momento tan incómodo como innecesario. No obstante, mucho cuidado con el tema a escoger. Si se te ocurre sacar a colación las “cualidades vocales” de Robert Plant y el destinatario de tus comentarios es fan a muerte de Led Zeppelin, aquello en lugar de arreglarse puede cobrar hasta tintes dramáticos. La palabra, todo un arte.

Diamond Dave.

 

- Para criticar.

No podía faltar en esta surrealista clasificación de perfiles humanos. Estamos sin duda ante una de las miserias más característica y extendida de nuestra especie; seamos claros, el ser humano se puede definir sin temor a error como ente capacitado para criticar. El motivo o justificación generalmente es lo de menos, el hecho de la crítica es lo que parece que la justifica en sí misma. Poco importa que estemos ante algo o alguien que raye la perfección en la empresa que acometa, poco importa que los condicionantes externos o internos se alineen en contra, poco importa que el propio universo confabule a nuestras espaldas, que siempre habrá alguien que encuentre necesario sacarle pegas a nuestras acciones por cualesquiera que sean los motivos o por el mero placer de poner a parir a todo lo que se mueve.

En el entorno musical no íbamos a ser distintos, uno no va a encontrar dificultad para toparse con cualquiera que se queje de tal disco, ese grupo que no lo hace bien, unas composiciones que son mediocres, el concierto que sonó mal -este es un clasicazo, no importa lo bien que haya sonado un show, que siempre encontrarás a alguien que te diga que aquello sonó mal- y un sinfín de situaciones en las que nuestro entrañable pedazo de escoria de turno tiene a bien sacar toda su bilis contra el enemigo que tenga en frente. Y ojo, que en este particular más veces de las deseadas son los propios músicos los peores.

 

- Porque son enciclopedias musicales.

Pues claro, hay gente que ha venido al mundo para ser escuchada y para mostrarnos el camino a los demás. Esas personas que todos conocemos y que vienen con un don de serie que les hace destacar, a veces casi sin proponérselo, en cualquiera que sea el campo que dominen. Seguro que todos conocemos a alguien que pilota sobre música lo que no está escrito, esas verdaderas enciclopedias del saber que conocen y recuerdan todos los datos, detalles, curiosidades y demás cuestiones de enjundia sobre nuestros artistas, grupos, canciones y discos preferidos. Ni que decir tiene que cuando pasas un rato de esos libre de agobios y preocupaciones en su compañía, departiendo -o mejor dicho, escuchando y aprendiendo- de su infinito pozo de sabiduría musical, es como instalarse por un leve momento en el paraíso.

Y encima estos tipos suelen ser de lo más naturales que existe, lejos de las petulancias y estupideces de otros perfiles de los que hablábamos en otros apartados y que por norma general no suelen tener ni puta idea.

 

 - Para ligar.

Un clásico indispensable. Imagino que en estos tiempos que corren de realidad virtual paralela, el contacto verbal casual en cualquier garito nocturno habrá perdido terreno frente al irritante submundo gris de los jodidos mensajitos via celular o el mercado de carne de las citas por internet. El caso es que en según qué momento la música puede vehicular el noble fin de acercarse a alguien/se te acerquen a ti porque te llame/has llamado la atención. Ignoro qué harán las nuevas generaciones para esto de establecer un contacto más cercano con otros semejantes hacia los que se sientan atraídos, uno ya peina demasiadas canas para ni tan siquiera sentirse interesado por los nuevos códigos que ahora estén en el candelabro -Sofía Mazagatos dixit-, pero supongo que acabar en el peor tugurio de la ciudad a altas horas de la madrugada, con unas cuantas copas de más mientras intentas patéticamente estructurar más de dos palabras con un mínimo sentido y todas sus letras en el sitio correcto no será lo que hagan los jóvenes y menos jóvenes de modo habitual para iniciar el ritual del acercamiento. Grandes recuerdos de esas noches sin final en compañía de tus amigos, con la complicidad de nuestra música, más alcohol de la cuenta en nuestro interior y una inocencia que ya no volverá jamás cuando por el extraño motivo que fuese acababas hablando con esa persona desconocida que tanto te llamaba la atención... y si seguía la conversación, ya difícil de por sí debido a los obvios condicionantes antes citados, además tenías que seguir hablando... en esas condiciones, jaja. Dios, qué nostalgia de aquellos años jóvenes, inciertos, inocentes y alocados.

 

                          Deep Purple: "Talk about love". Extraído del directo "Come Hell Or High Water".

 

- No tienen ni puta idea.

La naturaleza humana tiene estas cosas, es capaz de lo mejor y de lo peor, por lo que resulta bastante plausible encontrarse por la vida con ejemplares de nuestra especie que no dudan en aportar su opinión ante cualquier asunto sin saber de qué coño están hablando. Esto es muy español, qué duda cabe, y aparece en cualquier ámbito de nuestro día a día; incluso gentes importantes, de esas que toman decisiones trascendentales casi a diario, a veces se descuelgan con comentarios y acciones que solo pueden ser explicables desde la lógica si presuponemos que no se han enterado de nada de lo que fuera que tuviesen entre manos. El asunto musical no iba a ser menos y tampoco se escapa de estos curiosos individuos que ni aportan nada, ni parece que sepan por dónde se andan e incluso da la sensación de que ni siquiera digan nada con un mínimo sentido sobre el tema de turno que estén tratando.

Esto no debería de sorprender demasiado, ya que no vas a saber de todo. La ignorancia es uno de los defectos más atrevidos y a veces a algunos les resulta irresistible la posibilidad de abrir la boca para quedar en completa evidencia si el interlocutor está mínimamente puesto en el tema de conversación. Hasta aquí todo esperable. La cuestión viene cuando además se supone que quién vierte comentarios que van desde lo estúpido hasta lo incierto resulta que debería conocer los temas en los que mete la pata o directamente se gana la vida hablando sobre ellos. En el terreno musical de nuestro bendito país nos encontramos con tristes ejemplo de una manera más habitual de lo que debiera. Confundir Rock Acústico con Rock Sinfónico puede hasta ser comprensible para alguien que no conozca a un grupo como Yes y lo más cercano al Rock para sus entendederas sea Alejandro Sanz, pero por desgracia uno puede escuchar de boca de locutores o presentadores meteduras de pata igual de flagrantes o más todavía. En ambos casos lo ideal es mantener tu boca cerrada… algo aún más difícil para este tipo de personas.

 

- Para no decir nada.

Variante del apartado anterior. Dentro de este singular grupo nos encontramos a gente que no aporta nada… pero es capaz de hablar de cualquier cosa. Nuestro singular elemento podrá meter baza en cualquier tipo de conversación, y si es musical con mayor ansia, aunque poco o nada aportará al desarrollo de la misma. No te creas, que tiene su mérito poder emitir sonidos en forma de palabras con un mínimo sentido sin nada de fondo que trasmitir; no todo el mundo está capacitado para hacerlo. Estos peculiares seres navegan por su anónima existencia sin pena ni gloria. Conceptos como análisis de la realidad, toma de conciencia, defensa de un ideal no son para ellos más que cuestiones peregrinas que no representan nada en su esfuerzo por llamar la atención o buscar notoriedad cuando se encuentran frente a algún otro de sus semejantes. Aparecen en todos los ámbitos de la vida y muchos de ellos acaban dedicándose al mundo de la política...


 

-Para hablar claro.

Una bendición. Y si además lo haces sin faltar al respeto -no confundir hablar claro con gruñir o faltar a tu interlocutor- se convierte casi en un don. La de veces que por convencionalismos sociales, buenismo, miedo a la confrontación o deseo de quedar bien por cualquiera que sea el interés oculto que se busque, dejamos que el caos verbal y las inexactitudes campen a sus anchas. Hacen falta más personas que hablen claro, llamen a las cosas por su nombre y pongan a la gente en el sitio que les corresponde.

Rickey Medlocke. Tan bueno haciendo Rock como hablando claro.

 

- Para ganarse así la vida.

En este apartado nos encontramos con las personas que se ganan la vida usando el arte de la palabra hablada; ojo, no confundir con la palabra escrita, que presenta notables diferencias en cuanto a forma y fondo. La gente que se gana la vida hablando de música por norma general se dedica al mundo de la radio; sí, ese formato en vías de extinción dentro de según qué ámbitos y que por otro lado tan imprescindible le resulta a otro tipo de personas. Aunque reconozco que la radio no me dice absolutamente nada y la encuentro del todo trasnochada y prescindible, perdónenme todas esas gentes que piensan que sigue siendo importante, hoy en día siguen entre nosotros un buen número de comentaristas musicales que se ganan la vida con las ondas; muchos de ellos también teniendo que compaginar con publicaciones escritas y toda suerte de demás andanzas que les permitan subsistir en el nuevo mundo analfabetovirtual en el que estamos abocados a subsistir.

Dentro de este apartado, igual que casi todas las demás realidades de nuestro día a día, nos encontramos con dos subtipos; léase, los que saben y los que no saben. De los primeros poco más podemos aportar con respecto a lo que hemos comentado en uno de los apartados anteriores; cuando un tipo bendecido con el don del conocimiento enciclopédico musical toma la palabra, el resto de pobres mortales lo único que podemos hacer es tomar nota y aprender lo que nuestro imperfecto intelecto sea capaz de aprovechar de sus lecciones musicales. Por desgracia conviene comentar que este primer tipo no abunda precisamente. Y si nos referimos a los que no saben -o no tienen ni puta idea, por ser más explícitos y políticamente incorrectos-, pues lo que hemos comentado en el anterior apartado. La ignorancia suele ser muy atrevida y si algo hay peor que no saber de lo que hablas, es creerte en posesión de la verdad y además hacer el ridículo retransmitido para todo aquel que te quiera escuchar. Seguro que todos tenemos en mente algún que otro ejemplo.


- No hablan.

Aunque no abundan es justo que dentro de esta clasificación nos acordemos de este perfil tan interesante. En este mundo nuestro en el que estamos tan sobresaturados de información -la mayor parte de ella inútil, incompleta o falsa; todo sea dicho- y en el que cualquier cantamañanas del tres al cuarto puede acaparar focos mediáticos mundiales solo por decir alguna gilipollez que resulte graciosa, ofensiva o las dos cosas, nos encontramos a gente que se caracteriza por hablar solo cuando considera que es necesario hacerlo. Estos sujetos tan peculiares solo recurren a la palabra cuando lo consideran imprescindible. Seguro que no los verás contestando gracietas en redes sociales, ni cotilleando en redes sociales, ni poniendo a parir a nadie en redes sociales, ni prácticamente nada de nada en redes sociales. Muchas veces ni siquiera se dignarán a contestarte en una conversación oral y la mayor parte de las veces será porque no consideren necesario entrar al trapo sobre la discusión que sea de turno. Admitámoslo: pertenecen a una raza superior que no malgasta energías ni saliva en perder un tiempo que seguramente prefieran aprovechar en cualquier otra cuestión que consideren más satisfactoria.

 

-Los que tiene una opinión sobre todo.

Aquí nos vamos al extremo contrario; no se trata tanto de personas que no tengan interés alguno en emitir sonidos en forma de palabras, sino que son capaces de exponer una opinión, por peregrina que sea, sobre cualquier asunto que salga a la palestra. Se encuentra íntimamente ligado a apartados anteriores, solo que las opiniones vertidas pueden ir desde la enjundia hasta la estupidez. Aquí nos encontramos desde sujetos que pueden llenarse la boca de letras y más letras sin nada de sustancia que aportar a la conversación de turno hasta tipos geniales e irrepetibles que tienen la rara capacidad de estar informados de prácticamente todos los asuntos y además con un peso específico de ese a tener en cuenta. A lo largo de mi vida me he topado con estos representantes de esta especie tan poco habitual y debo decir que desgraciadamente gana por goleada el que en resumen ganaría más si permaneciese calladito… lo que pasa es lo que comentamos antes: para este tipo de personas eso es algo casi imposible.

 

-Para competir.

Para echar carreras, no podía faltar. No debemos subestimar la capacidad inherente al ser humano de convertir todo lo que toca en una suerte de competición o apuesta; seguro que todos conocemos a alguna de esas personas que parece que estructuran su cabeza en función de convertir en un juego o carrera cualquier situación o circunstancia de su vida diaria. No tiene otra explicación que nuestra vida esté trufada de maquinitas o jueguecitos para competir a cuál más estúpido… y ojo, que triunfan. Todo está rodeado de ridículos juegos: los móviles, las consolas, los bares, los deportes… es que lo piensas durante diez segundos seguidos y te vuelves loco. Pero esto es marginal.

La música no iba a sustraerse de esta necesidad intrínseca de la persona por discutir y echar carreras. Qué grupo o artista es mejor, qué canciones nos gustan más o tienen más enjundia, qué directos merecen más la pena, qué discos son los esenciales o la competición definitiva: quién toca mejor su instrumento musical. Ríos de tinta y montones de horas dejadas en las barras de los bares discutiendo el eterno dilema. El eterno dilema. Ni siquiera los propios músicos son capaces de sustraerse a estas conversaciones, muchas veces incluso son los que con más fruición las abordan, pero eso es otro tema.

Aquí nos volvemos a acordar de un músico clásico en estas secciones con las que ya nos hemos acostumbrado a saludar la llegada del verano. Yngwie Malmsteen, claro que sí. Poco importa que haya intérpretes como Steve Vai, Billy Sheehan, Marco Minneman, Paul Gilbert, Jon Lord, Dino Jelusick u otros tantos que son tan insultántemente superiores en lo suyo que casi con solo enchufar sus amplis ya te vuelves loco. No pasa nada, nuestro querido guitarrista sueco sigue despertando las mismas pasiones y odios que el primer día. Todo menos la indiferencia para el bueno de Yngwie.


 

- Son los músicos los que hablan.

Interesante y a veces espinoso apartado, de esto de opinar no se libra nadie y los músicos no iban a ser una excepción. Lo normal es que a la hora de hablar sobre un tema en particular tengan una opinión más formada todos aquellos que se dediquen profesionalmente al asunto en cuestión. En este caso, para hablar de música las voces más entendidas deberían de ser los propios músicos y es cierto que la mayoría de las ocasiones es así. Es normal, o debería serlo, que alguien cuya pasión le lleve a intentar dedicarse de manera profesional a esto de la música se haya pasado media vida empapándose e investigando sobre el asunto musical, sus géneros, grupos, artistas, canciones, actuaciones y mil curiosidades más; de hecho este paso previo de investigación debería ser casi obligatorio para alguien que decida empuñar un instrumento musical para hacerlo sonar. Luego está la cuestión nada baladí de aprender a tocarlo, claro. Cuando esto ocurre nos encontramos con tipos que además de saber hacer sonar dicho instrumento, tienen un bagaje interior y una cabeza tan bien amueblada en términos musicales que invariablemente la única música que va a salir de ellos será buena. Y luego están los superclase, esos elegidos que juegan en otra liga o que directamente han venido de otro planeta.

Así debería de ser. No obstante hay veces que uno se topa con otro tipo de músicos, algunos incluso tocan bien, pero que con los que tras unos minutos de conversación te das cuenta de que tienen un bagaje más bien escaso, por decirlo suave. Han escuchado a sus cuatro grupos de siempre o simplemente es que no tienen ni puta idea; vamos, que de pasión y conocimiento musical la cosa va justita.

En el mundo real se debe comprender que algunos de los de este segundo perfil puedan llegar a ser conocidos y hasta famosos, pero lo que resulta imperdonable es comprobar con impotencia y dolor cómo músicos tan buenos como eruditos de esos del primer perfil injustamente se quedan sin probar las mieles del éxito mientras conviven con esos otros que no están capacitados ni para limpiarles las botas que calzan. Sin perdón de Dios.

 

- Porque es su pasión y no pueden remediarlo.

Pese a que, como hemos comentado en el apartado dedicado a ellos, algunos de los músicos que más admiramos nos dan lecciones magistrales tanto al enchufar su instrumento como cuando abren la boca, esto de sentir el picotazo de la pasión inexplicable por la música le puede pasar a cualquiera. Los que no lo sienten difícilmente podrán comprenderlo, pero esa sensación que en algunos de nosotros provoca el hecho musical es tan desbordante y tan plena que ni siquiera se puede explicar con palabras.

Habrá gente que no lo entienda. Está bien. Estamos acostumbrados y convivimos con eso. Pero para todos aquellos que puedan llegar a entender y apreciar el verdadero poder y majestuosidad que contiene, una canción puede llevarte a ese lugar en el que nunca has estado… pero al que siempre anhelaste ir.