Encuentros HUSH.
Este es un sitio musical, no nos engañemos, pero en el que nos vamos a acercar a la música que nos gusta desde distintos ángulos, cual prisma. Como ya dijo el añorado Jon Lord: la música es la forma de arte más elevada que existe; afirmación que, pese a disfrutar de otras manifestaciones artísticas, sostengo plenamente.
Clube de Adictos a Deep Purple
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Púrpura Chess
This blog is basically a musical site. Here we talk about the music we like, using different angles. As dear and missed Jon Lord once said: “Music is the highest kind of Art that exists”. I think the same way too.
Esta delicada canción apareció en el disco maldito de Scorpions titulado "Eye II Eye", casi igual que el tema que ahora nos ocupa. Una composición cuya música pertenece a Rudolph Schenker mientras que la letra y melodía llevan el sello del talento de Klaus Meine. Se trata de una sencilla y preciosista canción que te llena de paz y sosiego en cuanto te sumerges en ella. Una de tantas joyas que esta pareja compositiva nos ha legado y que nos hacen la vida un poquito más llevadera a algunos de nosotros.
La canción está dedicada a la memoria de Hugo Meine y Heinrich Schenker, respectivos padres de Klaus Meine y Rudolph Schenker. Uniéndonos a ellos y a su música imperecedera, también la queremos compartir con todos los padres que nos han dejado. Descansen en Paz.
El día diecisiete de Diciembre de mil novecientos noventa y cinco Klaus Meine y Uli Jon Roth se subían por primera y única vez juntos a un escenario sin el resto de componentes de Scorpions para interpretar una de las composiciones más bonitas y mágicas que haya parido el intelecto y la intuición humana. En la localidad alemana de Leipzig, acompañados por la Filarmónica de Praga y dentro del concierto benéfico anual que organizaba el afamado tenor José Carreras, estos dos colosos presentaban por primera vez en directo la majestuosa revisión del clásico inmortal de Giacomo Puccini bautizado como "Nessun Dorma". La adaptación compuesta por Uli Jon Roth fue incluida en el álbum que publicó justo al año siguiente titulado "Prologue To The Stmphonic Legends", un artefacto que mezcla de manera única y magistral los universos de Musica Clásica y Rock en un todo tan novedoso e inspirador que te desarma por completo en cuanto lo escuchas. Por supuesto en su día solo se pudo publicar en Japón; por increíble que parezca Uli no encontró una compañía de discos que se arriesgase a lanzar semejante producto a nivel mundial en un claro ejemplo más de la incompetencia supina de las compañías de discos y sus A&Rs para apreciar un diamante en estado puro. En la Tierra del Sol Naciente alcanzó el número uno sin problemas. Normal, los japos nos llevan siglos de ventaja en esto de la música y en todo lo demás.
Recuerdo muy bien la primera vez que llegó a mis manos este preciado cd. Estábamos en plena década de los noventa, sin duda la peor época para el Hard Rock de todos los tiempos. Mi ya por entonces incipiente obsesión por la música y la figura de Uli Jon Roth me llevó en el todavía mundo pre internet a rebuscar todo lo relacionado con su producción discográfica. Adquirí mi copia de dicho cd en cuanto salió -precio importación abusivo, of course-, pero mereció la pena. Eran esos perdidos tiempos en los que todo lo relacionado con la adquisición de música -sí, antes se pagaba por ella- resultaba mágico. Ibas a la tienda, rebuscabas, te encontrabas con cosas desconocidas y te las pillabas si el bolsillo lo permitía. Te ibas a tu casa en transporte público mientras desprecintabas tu nuevo tesoro, observabas con fruición la portada y el libreto interior mientras fantaseabas con el sonido que atesoraba ese pedazo de plástico policarbonatado en sus adentros. Cuando por fin llegabas a tu habitación se producía la Consagración en cuanto apretabas el botón del play. Me dio un vuelco el corazón a la vez que mi cabeza se desbordaba súbitamente por la extrema e insultante complejidad de lo que entraba por mi oreja. Pocas veces me ha impactado tanto algo cuando lo he escuchado. Todo era nuevo. Todo. Complejos arreglos orquestados sobre los que flotaban melodías tan pegadizas y dinámicas como sobrecogedoras y épicas, juegos de voces y coros doblados con una maestría e inspiración que te desarmaban por completo. Y las guitarras te quitaban la respiración; ni una sola nota al aire en la solista, todas colocadas y pulsadas sobre el mástil con una precisión y enjundia matemática. Notas sacadas de un modelo de guitarra que el propio Uli inventó, fabricó y posteriormente comercializó, con más trastes que cualquier guitarra convencional para poder alcanzar un mayor rango de agudos casi equiparables a los obtenidos por un violín. Un todo que te volaba la cabeza en apenas la escasa media hora de duración. No bromeo. Le pasé una copia a un par de amigas que tocaban piano y contrabajo en Clásica y también les impresionó. Normal.
La versión previa que Uli Roth y Klaus Meine interpretaron en la gala de José Carreras se publicó en un disco que publicó la filial de WEA en Alemania y que por supuesto se descatalogó casi de inmediato. Por circunstancias de la vida también accedí al mismo casi por casualidad. En uno de los viajes musicales que llevo bastantes años disfrutando acabamos mi por entonces buen amigo y yo -la vida da muchas vueltas y las insoportables gilipolleces que tiene nuestro comportamiento humano nos abocó a no volver a hablarnos en un claro ejemplo de comportamiento estúpido por parte de ambos- en la inspiradora Alemania. El motivo, fácil: ver a Scorpions actuar en directo con la Filarmónica de Berlín. Durante nuestro corto pero intenso periplo acabamos en un mercadillo callejero, paseando y hojeando entre sus puestos y cubetas me topé con este artilugio en forma de cd. Inmediatamente decidí poseerlo al comprobar en la contraportada que entre los títulos rezaba el tema "Bridge to heaven" interpretado por Klaus Meine. Cuál fue mi sorpresa cuando lo escuché y ahí se encontraba la guitarra de Uli Jon Roth que, por cierto, no aparece en los créditos de la trasera de dicho cd. Magia y sopresa para mis oídos a partes iguales.
Uli Jon Roth, Udo Jurgens, Kim Wilde, Klaus Meine, Hannelore Elsner.
El original de "Prologue To The Stmphonic Legends" se abre con esta canción interpretada a la voz de manera magistral por Tommy Heart, vocalista de los buenísimos Fair Warning o Soul Doctor por citar un par de referencias. Ya lo he dicho antes, una de las cosas más bonitas que existen. Sin embargo, esta versión con la voz de Klaus Meine es superior. La personalísima voz del cantante de Scorpions añade ese toque que solo su voz y su talento natural para la melodía pueden aportar. No en vano es uno de los mejores vocalistas para el propio Uli Jon Roth, para este humilde escriba y para millones de personas repartidas por este mundo loco.
Puente hacia el cielo, el remedio necesario para avanzar como especie sin matarnos mutuamente. A ver si puede ser que el ser humano se libere en algún momento de sus necios demonios, se sacuda las irritantes limitaciones y egoismos de su propia condición y pueda atisbar mínimamente a lo lejos la entrada de ese puente que te lleva hacia la deseada luz.
"Bridge to heaven". Uli Jon Roth & Klaus Meine. "Bridge to heaven". Uli Jon Roth & Tommy Heart.
Los imprescindibles Scorpions vuelven de nuevo a la acción publicando hace apenas unos días su nuevo single titulado "Peacemaker". Es el adelanto de lo que será su próximo disco de estudio, que bajo el más que adecuado nombre de "Rock Believer" está previsto que se publique el próximo 25 de Febrero de 2022. La canción viene acompañada de un vídeo clip la mar de resultón en el que se muestra al propio grupo interpretando el tema en vivo con el fondo de la noche de una gran ciudad llena de flashes y colorido, una de las señas de identidad del mítico grupo alemán que comandan Rudolf Schenker y Klaus Meine. Si obviamos la balada "Sign of hope", que publicaron el pasado año en plena pandemia, esta es la primera grabación original y nuevo disco de estudio que nos regalan los teutones desde que publicaron el estupendo "Return To Forever" en 2015; siete años es mucho tiempo y todos los seguidores llevábamos esperando nueva música de nuestro grupo preferido bastante tiempo. Como curiosidad podemos decir que las letras y melodías están compuestas por Klaus Meine mientras que la música es de Rudolf Schenker y Pawel Maciwoda, siendo ésta una de las primeras participaciones en la composición del actual bajista de Scorpions. También comentan que este disco está compuesto en su totalidad por los miembros del grupo, sin compositores externos. Sin problema, nos llevan demostrando durante muchos años que tienen el talento suficiente para componer grandes canciones.
Que por aquí Scorpions constituye una debilidad es algo tan nítido y cristalino como que la noche es noche y la luna es luna. La música del combo Schenker & Meine forma parte privilegiada de nuestra cabecera y es tontería negarlo. Llevan muchos años llenando de grandes canciones, positividad y buen rollo las orejas y las almas de todos los que les escuchamos; no es broma, conozco a pocos grupos cuya música genere unas sensaciones tan positivas al escucharla... y que sea buena, claro. Incluso el mensaje de la letra del tema lo acaban de explicar en un vídeo que reproducimos al final del artículo. Básicamente Meine contrapone al pacificador -peacemaker- frente al enterrador -undertaker-. En un mundo actual lleno de peligros e incertidumbres, con Coronavirus, guerras y demás crímenes sin sentido, ellos apuestan por la necesaria figura del pacificador, para mediar en los conflictos e intentar convertir nuestro mundo en un lugar mejor.
En este nuevo single nos ofrecen lo que mejor saben hacer: Hard Rock melódico de muchos quilates. Comandados por Klaus Meine con esa voz que posee tan única y especial, nos dejan un tema con su sello característico. Ellos son de esas pocas bandas que en cuanto escuchas unos segundos de alguno de sus temas de inmediato caes en la cuenta de que son ellos. Y eso no es nada fácil de conseguir hoy en día. Me ha recordado mucho al estilo de aquel maravilloso "Unbreakable", sin duda una de sus mejores obras y tal vez no tan reconocidas como mereciera. La voz de Klaus sigue igual de inconfundible, tal vez algo más rasgada que de costumbre, lo que le aporta matices nuevos. Meine es uno de los pocos vocalistas que conserva un rango y timbre casi idéntico al de los años setenta. En directo practicamente no falla y lo digo con conocimiento de causa, ya que tengo en las estanterías de mi habitación cientos de grabaciones de conciertos suyos. Sigue siendo una delicia escuchar su nítida voz, mantenida de manera estupenda para alguien que este año cumplió los setenta y tres años. En fin, que la cuenta atrás hasta finales de Febrero será menos dura si tienes en el estéreo de tu equipo "Peacemaker".
"Peacemaker". Vídeo oficial.
Klaus Meine explicando la letra de "Peacemaker". In english, of course.
Volvemos a retomar el asunto
de la canción del verano, pero sin ánimo alguno de buscar esos cutre-singles
pegadizos y exasperantes con los que nos suelen bombardear los iluminados
musicales cuyo interés por la cultura musical es nulo y que no tienen el menor
reparo en revolcarse en la mierda más apestosa con tal de triunfar en las
listas; esto va de otro palo. Parapetados en mitad del calor del momento vamos
a recuperar un tema del siempre recomendable Michael Schenker. La canción en cuestión se titula “Written in the sand” y apareció en el
disco del mismo título que el rubio guitarrista alemán publicó en el año 1996.
Un disco completamente recomendable que significó la vuelta de su grupo MSG tras la disfuncional reunión de los
UFO clásicos del año noventa y tres.
MSG 96: S, Gaalas, B. Sparks, M. Schenker y L. Sundin.
Este “Written in the sand” rezuma
sol, calor y carretera mientras la infecciosa cadencia de la batería te atrapa
sin remedio, se trata de un medio tiempo acompañado de una bonita melodía del
cantante Leif Sundin y comandado por
la intuitiva guitarra solista de Michael.
En cuanto comienza a sonar te transporta a la carretera comarcal que elijas,
dominada por el sol abrasador del mes de Julio a primera hora de la tarde y flanqueada
por pasto seco a los lados que contemplas mientras suena en el estéreo de tu
coche; algo así como la imagen de cualquier cruce de caminos que puedes otear a
través del cristal de tu salpicadero. Lo cierto es que todo el disco cumple a
la perfección con el motivo de este escrito, pero “Written in the sand” en particular es el ejemplo más claro.
Incluso la portada está en total sintonía con este espíritu veraniego del que
hablamos. El imponente logo de la MSG
aparece en primer plano sobre el fondo rojizo de un desierto con sus cañones y
cactus momentos antes del anochecer. ¿La mejor portada de la discografía del
grupo de Michael Schenker?,
probablemente.
MSG: "Written in the sand".
"Written In The Sand". Contraportada.
Scorpions: “Blackout”.
Palabras mayores. Estamos
ante uno de los mejores y más representativos discos de la Historia de la Música, al menos para este humilde
escriba. El álbum con el que el grupo alemán alcanzó el éxito masivo que se
acabó de fraguar con el no menos importante “Love At first Sting” yque
le siguió un par de años más tarde. Durante esos años, le pese a quién le pese,
Scorpions eran los reyes del mercado
musical, sus canciones estaban en las listas de éxitos y los discos de oro y
platino llegaron para quedarse; eran otros años.
Aunque más allá de todo esto,
lo importante es que “Blackout” es
un álbum lleno de grandes canciones, uno de esos discos redondos que se suele
decir dentro del mundillo musical. La declaración de principios del riff de inicio de la primera canción,
titulada igual que el propio disco, ya deja bastante claro al oyente de qué va
el asunto que tiene entre sus manos y oídos. La comunión perfecta entre las
punzantes guitarras de Matthias Jabs,
las melodías “marca de la casa” de Klaus
Meine o la exquisita producción de Dieter
Dierks daban como resultado unas composiciones del binomio Schenker/Meine que creaban tendencia y
marcaban el camino a seguir para los grupos noveles. Todo es aprovechable de
este disco, consiguieron colocar por primera vez una canción en las listas de
éxitos de medio mundo. El single “No one
like you” triunfó en las emisoras de radio estadounidenses durante esos
años, incluso el cantante de Guns n’
Roses W Axl Rose comentó que decidió dedicarse a la música cuando un día que
iba en coche se detuvo en un semáforo y la música que salía del resto de los
vehículos que estaban parados a su lado pertenecía a Scorpions.
Scorpions: "No one like you". Vídeo oficial.
Este disco supuso además una
prueba de fuego para el combo germano. El vocalista Klaus Meine perdió la voz durante las sesiones de composición del
álbum y los médicos le diagnosticaron que debía dejar de cantar
profesionalmente. Esto ocurrió durante la estancia del grupo en la mansión Villa San Pecaire de la Costa Azul
francesa. Como curiosidad podemos decir que en la actualidad esta villa debe
haber desaparecido o cambiado de nombre porque es prácticamente imposible
encontrar ninguna referencia de su ubicación hoy en día; en estos días
realizaremos una visita al país galo y una parada obligada va a ser dicha Costa Azul para ver si somos capaces de
dar con la dichosa villa de marras.
Klaus y su máquina para la voz.
Volvamos al tema. Klaus sufrió dos operaciones de cuerdas
vocales y un duro proceso de recuperación con técnicas alternativas de la mano
de uno de los más prestigiosos especialistas médicos para cantantes. La mayoría
de los grupos hubieran optado por el camino fácil: sustituir al vocalista y
seguir con los planes de grabación del disco. Sin embargo en Scorpions las cosas siempre han
funcionado de manera distinta. La unión Rudolf
Schenker – Klaus Meine llevaba funcionando desde finales de los sesenta y,
pese a que el propio Meine sugirió
al grupo apartarse a un lado y que buscasen a otro vocalista, la determinación
de Rudi siempre fue clara: iba a
esperar a su cantante original. No todo está perdido dentro del mundo de la
música. El destino cosechó de acuerdo a lo que sembraron y solo un año después
el grupo alcanzaba el estrellato. El propio título del disco hace alusión a
toda esta situación de apagón que le estalló al grupo en la cara. Imposible
olvidar la traducción al español que acompañó a la publicación del álbum en el
territorio nacional, debajo del título original en inglés aparecía la expresión
“ceguera
temporal” y que sirve como ejemplo ilustrativo de lo cutre y chapucero
que era nuestro querido inglés patrio por entonces –las traducciones al español
de títulos en inglés darían para otro artículo jugoso, habrá que retomar esta
idea en otro momento–.
Scorpions: Foto promocional "No one like you".
El álbum es una obra
completa, te habla como un todo pese a estar formado por canciones que también
funcionan de manera individual. Imposible sustraerse al dinamismo de temas como
“Can’t live whitout you” y “Now” o al exquisito gusto de cosas
como “You give me all I need”; precisamente
las guías vocales de este tema las realizó Don
Dokken, que gracias a sus conexiones con Dierks ayudó al grupo a preparar el material musical durante el
impás del tratamiento vocal de Klaus.
Además de “No one like you” o “Blackout” el disco contiene otro
trallazo musical que responde al nombre de “Dynamite”
y que, junto a las anteriores, ha ido acompañando al repertorio del directo del
grupo desde que se publicó el disco hasta hoy.
El resto de canciones de esta
obra de arte no baja el nivel. Tenemos un tema titulado “Arizona” que es otra preciosidad, sorprendentemente casi no han
tocado esta canción en directo, solo en algunos shows ocasionales; como su
propio título indica, evoca acertadamente el desierto del Colorado y te sitúa en coordenadas veraniegas. Como curiosidad
podemos comentar que, aunque nunca salió como single, se llegó a rodar una
especie de vídeo promocional. Años más tarde ha acabado saliendo a la luz; el
resultado final es bastante vintage y
de Serie B, por llamarlo de alguna
manera, pero no deja de ser otra curiosidad más de estos encantadores alemanes
dispuestos a triunfar en yanquilandia.
Scorpions: "Arizona". Vídeo no publicado.
Tampoco nos podemos olvidar de la oscura “China
White”, una canción densa y pesada, con toques épicos y de larga duración. Scorpions solían trabajar antes este
tipo de temas, podemos encontrar otros ejemplos en su discografía como “Animal
magnetism”, “The sails of Charon” o
“Money and fame”; desgraciadamente hace tiempo que no nos regalan un tema
de corte similar, esperemos que retomen las viejas costumbres. Aún así, incluso
la profundidad de “China White” consigue
no desviarse de ese sentimiento total tan veraniego. El disco se cierra con la
excepcional balada “When the smoke is
going down”, un tema que en su día nunca tocaron en directo y que hace ya
unos cuantos años decidieron con acierto recuperar para finalizar sus
actuaciones en vivo. Esta canción en particular me tuvo obsesionado durante
años y solo puedo decir que es el cierre perfecto para el álbum, como el último
rayo de sol que es derribado por la oscuridad mientras te deja esa estampa de
anochecer tan especial.
En un suspiro
cerramos el año del cincuenta aniversario de Scorpions. Nuestros queridos
Rudolf Schenker y Klaus Meine, con la compañía de Matthias Jabs desde hace casi
cuarenta años y las últimas incorporaciones del bajista Pawel Maciwoda primero
junto al batería Mickey Dee hace apenas unos meses, llevan todo este tiempo
haciéndonos felices con su música.
No se me ocurre
mejor manera de cerrar este año 2016 que con una tercera entrega de la visita a
esos lugares perdidos en el tiempo que han sido, de un modo u otro, testigos
mudos del devenir de esta excepcional banda a lo largo de todos estos días de
nuestras vidas. Tras revisar recientemente ese entrañable documental que nos
regalaba en forma de película la directora Katja Von Garnier dedicado a la historia
del grupo germano mientras les acompañaba con su cámara durante gran parte
del recorrido de la gira de despedida –alguien se lo puede creer– que
realizaron, al igual que otros grandes grupos coetáneos que también anunciaron
en su día que se retiraban aunque finalmente no lo llevasen a cabo, no podía
evitar por menos que entristecerme y permitir que alguna que otra lágrima
furtiva fruto de la nostalgia viera la luz del sol mientras en la pantalla
aparecían esas imágenes del grupo de principios de los setenta en formato
Super-8 que mis ojos no habían contemplado nunca antes y que pertenecen a ese
período primigenio de la banda tan escasamente documentado y que tanto me
subyuga.
Dentro de este
pequeño pero acogedor rinconcito de la red cerramos el año con los mismos
protagonistas que lo abrieron. Sirvan las líneas de este fan descerebrado de la
Música Rock en general y de Scorpions en particular como homenaje a esos
cincuenta años de vida que ha cumplido la visión de Rudolph Schenker. Brindemos
en su honor deseando que le queden, tanto a él como a sus camaradas de viaje,
otros tantos más.
Klaus Meine, su mujer Gabi y Katja Von Garnier.
Sporthalle.
Hildesheim. Richthofenstrasse 37.
De la mano del
encantador batería Wolfgand Dziony encontramos datos sobre este concierto,
parece ser que fue el segundo show que ofreció el grupo en su por entonces
corto espacio de vida en el año 1965; desgraciadamente no se conoce la fecha
exacta de su celebración. Hildesheim es una pequeña localidad cercana a
Hannover y allí se acercaron nuestros queridos escorpiones para realizar una
actuación como teloneros que constó de tres canciones únicamente. Uno de esos
tres temas fue “Dizzy miss Lizzy”, un clásico de Chuck Berry que más tarde
versionearon los Beatles. Recuerda Dziony que tuvieron que parar y volver a
reanudar la canción hasta tres veces por un problema con sus platillos; qué más
se puede decir… the good ol’ days. Dios mío, lo que daría por escuchar alguna
grabación de esos primerísimos conciertos. Es una lata que casi todos los
grandes grupos de Hard Rock tengan bien documentados sus más tiernos inicios,
con grabaciones que suenan como el culo e incluso vídeos, mientras que en
Scorpions parece que nadie dispusiese de una miserable grabadora que registrase
esas actuaciones para la posteridad.
Río Leine.
Hannover.
La orilla del
río Leine, en las cercanías de Hannover, sirvió de marco para la celebración de
un festival musical durante el verano de 1971. Scorpions fue uno de los grupos
que actuaron en este festival del que tampoco se tiene clara la fecha exacta.
Recuerda una vez más el entrañable batería Wolfgang Dziony algunas curiosidades
de dicho show. En palabras del propio Dziony asistieron varios cientos de
personas repartidos de una manera peculiar. El escenario estaba ubicado en una
de las orillas del río por lo que, a excepción de un puñado de personas que
pudieron colocarse junto en frente del escenario, casi la totalidad del público
se encontraba situado en el otro margen de sus aguas. Curiosamente esa orilla
se encontraba a más altitud que la del escenario, así que el respetable
disfrutó de las actuaciones situado a unos quince metros por encima del propio
escenario y de los músicos; de ahí la perspectiva de la foto que ilustra la
actuación de Scorpions en ese marco tan curioso e inusual y que podemos observar
más abajo –cortesía del propio Dziony–.
Estadio de
Vallecas. Campo de Fútbol del Rayo Vallecano. Calle Payaso Fofó.
También es justo
recordar el concierto que ofreció el grupo alemán en Madrid el día 16 de Agosto
de 1986. En aquellos momentos el grupo atravesaba uno de los mayores de
popularidad en España y en el resto del mundo, por lo que esta mini gira del
verano del 86 les llevó a recintos con capacidadesde 20 a 40.000 personas. El concierto será
tristemente recordado porque durante la actuación del grupo de Michael Schenker
–MSG, que tocaba como telonero de su hermano– Miguel Ángel Rojas, un chico de
veintitrés años, fue asesinado de una puñalada tras una discusión. Ni que decir
tiene que este lamentable incidente sirvió a la mayoría de los medios de
comunicación de entonces –los mismos de ahora, solo que con más capas de
maquillaje– para demonizar una vez más al Rock duro en general y al movimiento
del Heavy Metal en particular. Desde aquí todas nuestras condolencias y
respetos a Miguel Ángel, familiares y seres queridos. D.E.P.
Pabellón de
Deportes de Madrid. Paseo de la Castellana 259.
El antiguo
recinto fue bautizado como Pabellón Raimundo Saporta en honor al fallecimiento
en 1997 del presidente del equipo de baloncesto de la capital y demolido en el
año 2004. En su lugar actualmente se encuentran ubicadas esas torres que tanto
permiten a algunos lugareños sacar pecho. Este edificio tiene el curioso honor
de ser el primer recinto español en el que actuó el grupo de Schenker y Meine.
Tras varios años en los que el grupo cimentó su popularidad en Europa, desde su
etapa con Uli Roth, finalmente Scorpions visitaron nuestro país en el año 1982.
Nuestro grupo preferido había publicado siete discos de estudio y un doble
disco en vivo antes de visitar nuestras soleadas tierras. Los germanos se
encontraban en plena gira de presentación de su inmortal álbum “Blackout”
cuando al fin un promotor los trajo en un excelente cartel que incluía a
Blackfoot de teloneros. Scorpions más la banda del incombustible Rick Medlocke;
eso es un cartel y lo demás son tonterías. Parece ser que la afluencia a esos
primeros shows del grupo en nuestro país registraron una escasa afluencia de
público, aunque afortunadamente ese aspecto se subsanó con creces en giras
posteriores y, desde entonces, los escorpiones suelen ser habituales de nuestro
país en sus giras mundiales.
Convento Do
Beato. Lisboa.
Este recogido
convento de la capital portuguesa fue el escogido por los alemanes para grabar
el que fuera primer directo en acústico de su carrera. Los muros del claustro
de esta construcción tan evocadora fueron testigos mudos de las actuaciones
exclusivas que ofrecieron Scorpions y que acabaron dando forma al disco
“Acoustica”.
La verdad es que
el convento se encuentra ubicado prácticamente a las afueras de la ciudad. Está
protegido por unos muros exteriores que difícilmente dejan adivinar la magia
que desprende el recinto en su interior. Conviene aclarar que para visitar
dicho convento hay que solicitar visita previa.
Palacio de
Deportes. Portimao.
En este recinto
se ha celebrado el único concierto con orquesta hasta la fecha dentro de toda
la Península Ibérica. A principios del nuevo milenio Scorpions anunciaron una
grabación conjunta con la prestigiosa Filarmónica de Berlín para conmemorar la
Expo de Hannover 2000, convirtiéndose así en otro grupo más que se sumó a esa
interesante moda de mezcla Hard Rock y Música Clásica. Lo curioso del asunto
fue que consiguieron sorprender a propios y extraños con el producto final, unos
impresionantes arreglos clásicos –cortesía del trabajo conjunto del director
Christian Kolonovits y el propio grupo– que engalanaron las composiciones
clásicas de los teutones para otorgarles una nueva perspectiva y una inusitada
intensidad; vamos, la mezcla perfecta entre la grandiosidad del clásico y las
melodías imbatibles Hard Rock de Scorpions. Debo reconocer que ha sido el disco
de grupo de Rock con Orquesta que más me ha impresionado de todos los que he
escuchado. La mayoría de ellos adolecen de arreglos de categoría, se enfoca la
presencia de la orquesta como un mero acompañamiento, como si de un añadido de
vientos se tratase, y ahí radica el error. Es fundamental desarrollar unos
arreglos originales que sean capaces de realzar la música hasta elevarla a una
categoría nueva y superior. No tenéis más que coger cualquiera de los discos de
estas características que han publicado la mayoría de los grandes grupos de
Rock o Pop en estos últimos años y escuchar con oídos imparciales para
comprobarlo.
Recuerdo a la
perfección mi primera escucha del disco “Moment Of Glory” que sacaron Scorpions
y la Berliner Philharmoniker. Me acerqué a la tienda de discos –sí, antes
existían tiendas de discos en las que podías adquirir la música que te
gustase–, compré el cassette original, lo introduje en el walkman mientras me
dirigía al metro y, desde los primeros compases, lo que empecé a escuchar me
voló la cabeza; las intros, melodías, los arreglos, la producción –ese sonido
de bajo tan contundente y tan integrado en la mezcla final de la versión de
“Dynamite”– o las composiciones específicas para el disco me hicieron
comprender que tenía entre mis manos algo especial… y cuando escuché más tarde
la canción nueva titulada “We don’t own the world” comprendí que debía ver en directo
ese concepto musical. El disco tiene una producción y un sonido de lujo, a la
altura de las dimensiones de un proyecto tan ambicioso como éste lo era; basta
con coger el tema “Deadly sting suite”, que no es más que una versión
instrumental del clásico “He's a woman she's a man”, para darte cuenta de ello.
Pocas veces me ha impresionado tanto una nueva adquisición musical, aunque
esperar que Schenker, Meine y compañía trajesen a España todo este montaje era
ridículo. La oportunidad llegó el verano del año siguiente: Scorpions actuaban
en la localidad portuguesa de Portimao a mediados de Agosto, en vacaciones y
relativamente cerca del hogar de mis progenitores; era perfecto. Lo organicé
todo y la tarde anterior me encontraba dispuesto a entrar en mi coche, con
cuatro cosas en la maleta y la discografía completa de Scorpions bajo el brazo
para escuchar durante el viaje. Me siento, ajusto el cinturón, introduzco la
llave en el contacto, la giro y… el coche no arranca. No me jodas. Tras
intentarlo todo resultó imposible solucionar el problema. No me lo puedo creer.
Así que, arrastrando esa cara de idiota que se te queda tras protagonizar un
incidente de semejante calibre, volví a casa, puse el disco “Lonesome Crow” en
el equipo del salón, bajé las luces, abrí una botella de vino de esas especiales y pasé las siguientes
horas asimilando todo el asunto sumergido en la más absoluta y necesaria
soledad. Finalmente el destino fue benévolo y justo un verano después me
encontré compartiendo asiento con la jet-set berlinesa más petulante, casposa e
irritante en la céntrica plaza de la capital alemana conocida como
Gendarmenmarkt mientras Scorpions ofrecían un show especial conmemorativo con
la Orquesta de los que no se olvidan. Brindemos por el nuevo año que se nos
viene mientras degustamos la versión para Clásica de “We'll burn the sky” que
se sacó de la manga el tándem Scorpions/Kolonovits; una gran canción que no tiene
nada pero que nació para ser interpretada con una orquesta y a la que esta
nueva revisión le otorgó esa dimensión tan especial.